15 de septiembre de 2012

Día de la Independencia

Ubicación de las proyectadas "ciudades modelo"
en el territorio hondureño.
Ese es el título de una taquillera película estadounidense de 1996 dirigida por Rolando Emmerich acerca de una invasión de extraterrestres ocurrida el 2 de julio y exitosamente derrotada por las fuerzas armadas de EE.UU. en apenas 48 horas, de manera que pueden celebrar (y con ellos la humanidad entera, of course!) su Día de la Independencia, 4 de julio, con un territorio liberado de invasores. Cuándo no, el imperio aparece como salvador del mundo.

En Honduras podríamos filmar una trágica parodia, en la que todo ocurre al revés, como corresponde en el país del espejo y los espejismos. Sigue viento en popa el plan de instaurar las "ciudades modelo", enclaves de capital extranjero situados en las zonas con mejores recursos naturales del país en los que sus habitantes no estarán regidos por leyes hondureñas, sino las propias. Según los proyectistas, serán gigantescas maquilas en las que los hondureños tendrán acceso a empleos mejor pagados y mejores oportunidades de educación. La realidad es que en las maquilas la mano de obra nacional resulta sumamente barata para los inversores, y la educación que se ofrece es también de maquila, la que proporcionan redes globales de universidades privadas con el propósito de formar los capataces que sus industrias necesitan.


Por consiguiente, nuestro "Independence Day" —que así se llamará en lo adelante, pues seguramente en tales ciudades-Estado también el idioma y la moneda serán, respectivamente, el inglés y el dólar— consiste para la clase política gobernante hondureña en celebrar la llegada de los invasores-inversores alienígenas (palabra que según la RAE significa extranjeros) cargados de dólares, los cuales adquirirán en subasta pública lo mejor de nuestras tierras.


Ya en en los años 80 se vendió el territorio nacional, con la instalación de bases militares extranjeras. La soberanía del país es casi una utopía; pero de tenerla condicionada y frágil, casi simbólica, a subastar las mejores tierras para convertirlas en Estados privilegiados dentro de un Estado fallido y una población paupérrima, implica haber tocado fondo como país.


Por razones aún no explicadas, en el momento en que se anunció el proyecto, hace dos años, no hubo más reacciones por parte del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) que alguna tibia declaración de sus dirigentes, cuya estrategia aparentemente supeditaba toda su razón de ser y su accionar al regreso al poder del derrocado presidente Manuel Zelaya Rosales y a la instauración de una asamblea nacional constituyente. Cabe mencionar las excepciones de Tomás Andino, en ese entonces diputado por el Partido Unificación Democrática, y el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares, quienes se pronunciaron enérgicamente, sin incidir, sin embargo, en la posición oficial del Frente y los poderosos gremios que agrupa.


En los últimos días, cuando ya se está concretando la primera "ciudad modelo", profesionales del derecho vinculados al FNRP han interpuesto recursos de inconstitucionalidad, y tanto el Frente como su brazo político-electoral, el Partido LIBRE, han iniciado una campaña mediática, particularmente a través de las redes sociales, contra la venta del territorio nacional. ¡Ojalá que no sea demasiado tarde! Porque si el proyecto de la clase gobernante se instaura, como tiene todos los visos, dado el control ejercido sobre el Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia, quienes lo promulgaron y quienes lo consintieron por omisión tendrán igual responsabilidad en la pérdida de la soberanía hondureña.